Amigos de San Roman

Amigos de San Roman

Rutas naturales

Tejera de Velilla: Desde la bonita aldea de Velilla asciende por el barranco, entre robles hasta llegar a una tejera en buen estado de conservación, conocerás su historia y contemplarás desde el cerro de Santa Bárbara una excepcional vista del Valle del Leza y de San Román, entre poesías y leyendas, oirás el silencio de tierras otrora superpobladas, percibirás el perfume de su flora, disfrutarás con el canto de sus pájaros.

 


Dehesa de San Román, chozo y hayedo de Santa María: Pasear por el robledal de la dehesa de San Román tiene un "encanto" especial, busca el árbol de la Cayetana y el chozo de pastores, cuando divises el pueblo de Torre a tu izquierda y Santa María a tu derecha, desciende por el hayedo hasta el despoblado de Santa María. Un incendio lo destruyó, pero las orgullosas paredes de su iglesia, se resisten al olvido, paseando por sus ruinas sentirás lo efímera que es la vida.

Dehesa de San Román de Cameros

 


Dehesa de Santa María, tejera y acebal: Por la soleada pista que parte del cementerio dirección Santa María, bordeando el despoblado y tras un breve reposo en las ruinas de la tejera, sigue la cerca de piedra de la dehesa hasta llegar al punto más alto, robles de gran porte mezclados con acebos autóctonos componen un cuadro inolvidable. En el interior de la dehesa avanza, sin perder de vista la cerca de piedra a tu derecha, y haz volar tu imaginación hasta que divises a tus pies la aldea de Santa María, paredes semiderruidas de piedra rojiza envueltas entre zarzamoras, madreselvas y ciruelos.

 


Ruta de los dólmenes: La vista que se nos ofrece desde “el chozo blanco” sobre el valle del Ebro, desde Haro hasta Logroño, es magnífica, sobretodo acompañada de buen almuerzo y mejor compañía. En la divisoria de los valles del Leza y del Iregua nos toparemos con los dólmenes de “Collado Palomero” y de “Fuente Morena” monumentos funerarios de hace más de 5.000 años. Ubicados preferentemente en puntos privilegiados del paisaje, cada sepulcro megalítico era, además de un lugar de enterramiento, el símbolo que garantizaba a la tribu la propiedad de las tierras productivas.

 


Hayedo de Monte Real, cerro Castillo y ruinas de San Simeón: Frondoso bosque mancomunado en el que predominan las hayas. Iniciar el recorrido en una pista forestal que arranca del bonito pueblo de Ajamil, por la margen izquierda del Río Vargas, de pendiente suave hasta llegar a un refugio. El duro ascenso hasta “Cerro Castillo”, muga con Soria, será recompensado con un banquete para la vista… y para el estómago si nos acompaña “buen morral”. En el descenso nos podemos entretener buscando las ruinas de la ermita de la hermandad de San Simeón. A principios de otoño, de madrugada o al anochecer el espectáculo de la berrea de los ciervo sorprende a los niños de hoy y de ayer.

 


Recorrido GR 93: Este Sendero, que une Ezcaray con Cornago, recupera los caminos tradicionales que comunicaban, a pie o a lomos de mula, los pueblos de los valles del Linares, Leza, Iregua y Oja. San Román de Cameros es llegada de la 6º etapa (Laguna-San Román, de 16 km) y salida de la 7ª (San Román- Munilla, de 20 km).

 


Valdeosera y Nido Cuervo: Ascender por la dehesa de Velilla hasta llegar al solar nobiliario más antiguo de Europa con su casa solariega y su iglesia románica. Rodeado por dos montes emblemáticos de La Rioja (La Atalaya y Nido Cuervo) encontraremos los vestigios del monasterio de San Félix del Monte. Cuenta la leyenda que el obispo de Calahorra, huyendo de la invasión musulmana, se refugió en una cueva situada al norte del pico de la Atalaya. A finales del siglo XVI la ermita se había convertido en un floreciente priorato al que peregrinaban más de treinta parroquias y del que salieron bellos cantorales. Se abandonó tras el incendio de 1729. Recorrido alternativo, más corto y con menor desnivel: en Hornillos tomar la pista que lleva a Valdeosera.

Personajes ilustres

Manuel García Herreros (1767-1836), profesor de jurisprudencia en la universidad de Alcalá, fue elegido diputado por Soria para las Cortes de Cádiz de 1812. Firmante de la Constitución de 1812, al volver Fernando VII a España estuvo confinado en las islas Baleares. Regresó a Madrid en 1820 para ocupar el cargo de Secretario de Estado y Ministro de Gracia y de Justicia. Cesado en 1821 y abolida la Constitución de Cádiz en 1823, tuvo que emigrar a Francia aquel mismo año. Permaneció exiliado hasta 1834 y un año después fue nombrado de nuevo Ministro de Gracia y Justicia.
Antonio Ochoa y Arenas (1834-1896) fue obispo de Sigüenza. Los hermanos Simón y Diego de Ágreda que, junto con Francisco Martínez Cabezón y Manuel García Herreros fundaron las escuelas gratuitas de la villa en 1817.

Introducción

CAMERO VIEJO

El Camero Viejo situado en el Sistema Ibérico, en el corazón del Valle alto del río Leza afluente del río Ebro, es uno de los rincones naturales con más encanto de La Rioja. Valle rodeado de montañas llenas de contrastes, separado del valle del Ebro por un angosto cañón horadado durante siglos por el río Leza.
La primera referencia escrita data de 1038: «García Sánchez, rey de Nájera y Pamplona, casa con Estefanía de Foix a quien regala “ambos Cameros”».
La mayor parte de este territorio perteneció al Señorío de Cameros hasta 1811, fecha en la que fueron abolidos los Señoríos en toda España; efemérides de la que fue protagonista Manuel García Herreros nacido en San Román de Cameros.
A principios del siglo XX tenía 21 pueblos, 5.000 habitantes y una tasa de alfabetización de las más altas de España. La pérdida de valor de la lana, la mecanización del campo y la evolución industrial de España son las principales causas del despoblamiento masivo y del envejecimiento de su población que en 100 años ha perdido un 80%.
Su arquitectura popular, integrada en el paisaje, se ha conservado con coherencia y respeto a la estructura tradicional; solo contemplar sus pueblos y recorrer sus calles ya merece una visita.
Viajero, si vienes del Sur por la N-111, a través de un robledal centenario, llegarás al primer pueblo, Laguna. Si vienes del Norte, el paisaje de viñas, almendros y olivos te acompañará hasta que te adentres en un desfiladero angosto, excavado en roca caliza y rodeado de encinas; al llegar al mirador contemplarás la imponente belleza del Cañón del río Leza, el profundo cauce de aguas limpias y bravas aguas, el pueblo de Soto y los buitres sobrevolando a tus pies.
En el Camero Viejo encontrarás un espacio natural en el que poder descansar en casas rurales con encanto, hacer senderismo, pasear en bicicleta o practicar barranquismo. Si eres cazador, perdices, conejos, jabalíes y ciervos te esperan, si eres pescador pozas trucheras encontrarás.
Diversos yacimientos de icnitas muestran que los dinosaurios poblaron esta Tierra.
Diversos dólmenes diseminados a lo largo de la divisoria de aguas de las cuencas del Leza y del Iregua demuestran que sus pobladores del Neolítico, hace 5.000 años, ya practicaban el pastoreo y la agricultura; desde estos sepulcros megalíticos disfrutarás de sorprendentes vistas de Logroño, la Rioja Alta y la Sierra de Cantabria.
Si te acercas a Nido Cuervo podrás divisar La Rioja Baja, el Moncayo y los Pirineos.
Su ecosistema calificado en 2003 como “Reserva de la Biosfera” marcará su futuro, permitiendo a su población aplicar modelos de desarrollo sostenible y a sus visitantes disfrutar de esta joya de la Naturaleza.

SAN ROMÁN DE CAMEROS

Recorriendo sus calles te impregnarás de la esencia de Cameros, observando las fachadas de sus casas te sentirás transportado en el tiempo. La sensibilidad armoniosa con la que ha conservado la esencia milenaria de la arquitectura popular de esta Sierra te emocionará; si entablas conversación con sus pobladores alcanzarás a comprender cómo es posible que, a pesar del progreso, los materiales empleados en la restauración de sus casas se hayan fundido con los materiales tradicionales invitando a sumergirte en la vida y costumbres de sus antepasados.
Ubicado en el centro del Camero Viejo, el pueblo se asienta sobre la ladera sureste de un monte de 882 m. de altitud que emerge sobre tres depresiones: la del río Leza, la de su afluente el río Santa María y la del barranco Vallejuelo.
De origen celtíbero, las primeras casas se asentaron en la parte superior del monte, en torno a las eras de San Juan, hasta que a principios del siglo XX, tras la construcción de la carretera, el pueblo descendió hasta la base, situada a 820 m.
El nombre de San Román hace referencia a su cristianización en el período romano-tardío o visigótico.
El primer documento escrito que se conoce es la “compra de unas casas por el primer señor de Vizcaya, Íñigo López, en 1076”. Hasta 1811 perteneció al Señorío de Cameros. A principios del siglo XX contaba con 750 habitantes. En 2011 tiene un censo de 168. Sus casas forman un entramado armónico y compacto en torno a la iglesia: cimientos sobre roca viva, robustas paredes de piedra, solanas en las blanqueadas últimas plantas consiguen una estampa de arquitectura popular insuperable, para deleite del visitante y orgullo de sus pobladores.
Hasta el tercer cuarto del siglo XX sus habitantes vivían de la ganadería (ovina, caprina y porcina), de la agricultura de secano en los montes aterrazados que podrás divisar desde la magnífica vista que se abre ante ti desde el pórtico de la Iglesia, de las hortalizas que cultivaban en los huertos que rodean el pueblo que cuentan con un sistema de riego que se pierde en los orígenes de su población y que podrás contemplar desde el mirador de Velilla y del comercio con los pueblos y aldeas de su entorno.
Actualmente la ganadería porcina desaparecida y la ovina reducida han cedido protagonismo a la ganadería vacuna y equina y a la fauna salvaje (destacando el ciervo y el jabalí). Las laderas aterrazadas donde se cultivaba el cereal, van recuperando lentamente la masa forestal que antaño tuvieron. La conservación de los hayedos, robledales, carrascales, pinares de la Sierra y las choperas de los cauces del Leza y sus afluentes han hecho florecer nuevos puestos de trabajo. La construcción y el turismo rural completan la actividad económica de su reducida población. Cuenta con escuela de primaria, centro de salud 24 horas y asistencia social.
Tiene 6 aldeas (Vadillos, Velilla, Valdeosera, Santa María, Montalvo y Avellaneda), las cuatro últimas despobladas.

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